El primer asteroide




G. Piazzi descubrió desde Palermo el primer asteroide, Ceres, durante la noche de fin de año se 1800. Este es el asteroide de mayor tamaño aunque no el más brillante. A partir de ese momento empezaron a aumentar los descubrimientos; el 28 de marzo de 1802 Olbers descubrió el segundo, Pallas, el 1 de septiembre de 1804 Harding hallaba el tercero, Juno. De nuevo Olbers en 1807 descubría el cuarto, Vesta, que es el más brillante de todos e incluso en las oposiciones favorables puede verse a simple vista, por lo que hubiera podido ser descubierto mucho antes.



Guiseppe Piazzi, nacido en Valtellina en 1746 y fallecido en 1826, fue un clérigo italiano que durante años dirigió el Observatorio de Palermo. Estaba trabajando en la compilación de un nuevo y detallado catálogo estelar cuando, justo en el cambio de siglo, del 18 al 19, descubrió un punto luminoso en la constelación de Taurus que no aparecía en los mapas que disponía. Seguido durante las noches siguientes, pudo comprobar su lento desplazamiento entre las estrellas fijas. Descartado que se tratara de un cometa, prosiguió con sus observaciones con ayuda de otros colegas. El matemático alemán Karl Freidrich Gauss calculó su órbita y en la oposición siguiente se pudo recuperar, con lo que quedaba confirmado que poseía una órbita planetaria: se trataba de Ceres, el primer asteroide descubierto.

No hubo nuevos descubrimientos hasta 1845, cuando Hencke descubrió el quinto y en 1847, el sexto. A partir de ese momento los observadores se sintieron estimulados por este tipo de observaciones, creciendo el número de descubrimientos de forma exponencial, sobre todo a partir de fines del siglo XIX y principios del XX cuando se pasó a utilizar la técnica fotográfica. Así, el número total de descubrimientos era de 100 en 1868, 200 en 1879 y de 300 en 1890. A fines del siglo XX, los avances tecnológicos con el uso de cámaras CCD y al acceso a estas técnicas, incluyendo el empleo de telescopios automáticos por parte de astrónomos aficionados, también ha hecho que el número de descubrimientos se disparara. Si a mediados de los años 80 el número de asteroides numerados (con órbitas perfectamente determinadas y oficialmente catalogados) ascendía a 3.500, en a principios del 2000 ya superaba los 13.000, además de varias decenas de miles con designaciones provisionales al no ser perfectamente conocidos sus parámetros orbitales.

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